Impacto del abuso de antibióticos en animales para consumo humano

Los antibióticos han sido y son uno de los mayores avances para el control de enfermedades infecciosas. Su utilización ha cambiado la situación sanitaria tanto en la población humana como animal. Sin embargo, el sobreuso de antibióticos en las últimas décadas ha promovido la aparición de resistencias bacterianas. Es prioridad implementar medidas que reviertan esta situación para preservar la eficacia de este recurso y optimizar su uso.

El primer antibiótico, la penicilina, fue descubierto en 1928. Sin embargo su uso no se generalizó hasta los años 40. Las primeras resistencias a antibióticos se describieron pocos años después del descubrimiento de la estreptomicina en 1943. Así, la resistencia a los antibióticos es un fenómeno conocido prácticamente desde el nacimiento de estos. De hecho, las bacterias poseen genes de resistencia desde hace millones de años. En un trabajo, publicado por Nature en 2011 se describen genes de resistencia a tetraciclinas, a antibióticos betalactámicos (como la amoxicilina) y a antibióticos glicopéptidos (como la vancomicina) en ADN de más de 30.000 años. Sin embargo, la resistencia bacteriana a los antibióticos es un fenómeno natural que se agudiza por la presión selectiva reciente causada por el abuso de antibióticos en medicina humana y veterinaria. Además las bacterias poseen numerosos sistemas de intercambio de material genético que potencian la difusión de las resistencias.

En este manuscrito no se discuten los aspectos relacionados con el sobreuso de antibióticos en medicina humana, aunque se sabe que este sobreuso es tanto o más peligroso que en el caso de los animales. El sobreuso de antibióticos en ganadería tiene 2 principales consecuencias. La primera es la reducción en la eficacia de los antibióticos en los propios animales y la segunda es que las bacterias resistentes a los antibióticos presentes en los animales pueden transferir su resistencia a bacterias que afectan al hombre o pasar directamente desde los animales o los productos animales al hombre.

Aproximadamente el 80 % del uso global de antibióticos se aplica a la producción ganadera. La cantidad de antibióticos que se emplean en producción animal varía extraordinariamente en función de la especie y el sistema de producción y hay grandes variaciones entre diferentes países. También depende lógicamente de los problemas específicos de cada granja. El uso de antibióticos en animales de producción en la UE tiene distintos objetivos que son:
Terapéutico: tratamiento de animales enfermos.

Profiláctico: aplicación a animales que tienen riesgo de padecer una enfermedad.
Metafiláctico: cuando un tratamiento lo reciben animales sanos porque están en la misma granja, grupo, corral, etc. que animales enfermos.

La utilización de antibióticos como promotores del crecimiento está prohibida en la UE desde hace años, aunque se sigue realizando en otras partes del mundo. En general los antibióticos se pueden administrar a nivel individual, principalmente inyectados, o a nivel de granja, habitación o corral, sobre todo a través del pienso o del agua. La vía de administración más
preocupante en este momento es el pienso ya que es la que representa la mayor parte del uso de antibióticos en ganadería, especialmente en pollos y cerdos.

El uso de antibióticos en producción animal puede generar problemas colaterales. El antibiótico no solamente afecta al patógeno objetivo sino también a la microbiota en general pudiendo tener efectos secundarios en la salud general del animal. El animal desarrolla su sistema inmune en gran parte como respuesta a los estímulos que recibe. En una situación donde el estimulo está controlado por el uso de antibióticos, el animal puede desarrollar un sistema inmune que resulte insuficiente una vez el antibiótico es retirado. Además existe el problema de la corresistencia y la resistencia cruzada. El uso continuo de un antibiótico concreto puede causar resistencias a otros antimicrobianos relacionados con ese antibiótico debido a que los genes que codifican estas resistencias están a menudo localizados en los mismos elementos genéticos móviles, como los plásmidos.

Actualmente, la OMS reconoce las resistencias microbianas como uno de los mayores retos sanitarios a nivel mundial. En todo el mundo se están implementando o discutiendo medidas para un mejor uso de antibióticos tanto en humanos como en animales. Estas medidas pueden ser de tipo educativo (como guías y recomendaciones) o a través de legislación vinculante. En el caso de la ganadería la aproximación usa tanto estrategias educativas para la población como estrategias legislativas para limitar el uso. La UE en colaboración con la Oficina Internacional de Epizootias (OIE) y con la OMS han desarrollado estrategias para abordar la resistencia a los antibióticos que se basan principalmente en la mejora en la gestión y en el uso de éstos, en el control del uso, en el seguimiento de las resistencias y en la búsqueda de otros sistemas de control de enfermedades basados en medidas de prevención tanto específicas (vacunas) como inespecíficas (reforzamiento de la inmunidad).

Existe una hoja de ruta disponible online que describe las principales acciones y en Septiembre del pasado año la comisión europea publicó las “Directrices para una utilización prudente de los antimicrobianos en la medicina veterinaria”. Por el momento este documento es una recomendación pero se espera que dé lugar a legislación al respecto a corto plazo. Por otro lado, en un grupo de trabajo que presentó su informe en 2014, la UE propone las principales acciones necesarias para reducir el uso de antibióticos en cerdos, considerada la principal especie en uso de antibióticos (https://ec.europa.eu/eip/agriculture/en/content/animal-husbandry).

Dentro del entorno europeo, el país que más ha avanzado en el control del uso de antibióticos en producción ganadera es Dinamarca, donde más del 80 % de los antibióticos se utilizan en la producción porcina. El sistema cooperativo danés permite establecer medidas y tomar decisiones de una forma especialmente rápida y operativa y estas decisiones son “vendidas” después a la opinión pública de todo el mundo y a las autoridades de la EU. Dinamarca es también el país que tiene un registro más detallado del uso de antibióticos ganadería. Otros países están aplicando medidas similares con diferentes niveles de éxito.


Edgar Garcia Manzanilla


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